Si en ciudades como Bogotá, Cali o Barranquilla los trancones son parte del día a día, lo ocurrido en China durante las últimas horas redefine el concepto de congestión vehicular. Millones de automóviles quedaron atrapados en interminables filas tras el fin de la llamada “súpersemana dorada”, un período de vacaciones masivas que moviliza a buena parte de la población del gigante asiático.
Fotografías y videos captados por drones muestran una imagen tan impresionante como caótica: carreteras convertidas en ríos de luces rojas, con miles de vehículos avanzando a paso de tortuga o completamente detenidos. Desde el aire, la escena parecía un espectáculo luminoso; en tierra, sin embargo, los conductores soportaron hasta 36 horas de atasco continuo.
Según el Ministerio de Transporte de China, entre el 1.º y el 8 de octubre se registraron 1.240 millones de desplazamientos, de los cuales cerca de 60 millones correspondieron a automóviles particulares que saturaron la red vial del país.
La congestión más crítica se produjo en los accesos a grandes urbes como Pekín, Shanghái y Cantón, donde las autoridades implementaron controles de tráfico y redireccionamientos para aliviar la presión sobre las autopistas.