La tensión diplomática entre Venezuela y Estados Unidos se agudizó tras el reciente despliegue militar norteamericano en aguas del Caribe. Desde la sala de prensa de la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt dejó claro que la administración del presidente Donald Trump está dispuesta a emplear “todos los elementos del poder estadounidense” para frenar el narcotráfico en la región y llevar a los responsables ante la justicia.
Al ser consultada por periodistas sobre si estas operaciones podrían anticipar una ofensiva contra instalaciones venezolanas, Leavitt fue tajante: “No me adelantaré al presidente respecto a posibles acciones militares”.
La vocera insistió en que Nicolás Maduro no es reconocido como un gobernante legítimo por Washington, calificándolo como un “cartel de narcoterrorismo”, y recordó que el líder venezolano enfrenta acusaciones por narcotráfico en tribunales estadounidenses.
Asimismo, subrayó que varios países del Caribe y de América Latina han manifestado respaldo a la estrategia antidrogas de la Casa Blanca, lo que refuerza la legitimidad del despliegue militar en la región.
Mientras Caracas denuncia que estas maniobras constituyen una “amenaza directa” contra su soberanía y pide la intervención de la ONU, Washington reafirma que su prioridad es combatir el tráfico ilícito de drogas y no descarta ninguna herramienta de presión frente al régimen venezolano.
